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Allí, el SEÑOR se le apareció y le dijo: «No vayas a Egipto, quédate en las tierras en las que yo te dije que vivieras. Vive en estas tierras como refugiado, que yo estaré contigo y te daré mi bendición. Les voy a dar a ti y a tus descendientes todas estas tierras y así seguiré cumpliendo el pacto que hice con Abraham, tu papá. Multiplicaré tus hijos, como las estrellas del cielo. Les daré estas tierras y todas las naciones del mundo serán bendecidas por tu descendencia.

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